lunes, 10 de febrero de 2014

DUELO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES.

Qué difícil es el momento en que además de llorar por el ser querido que hemos perdido, y elaborar nuestro propio duelo, tenemos que lidiar con el duelo del niño o adolescente. Pero que difícil son también los cambios, porque un cambio significativo o una gran sentimiento de pérdida, sin que conlleve la muerte de algún ser querido, también es un factor que puede precipitar un duelo, y en ocasiones esto no se tiene en cuenta.
El duelo en los niños o adolescentes puede variar en algunas cosas respecto al duelo de los adultos, y aunque al principio es duro, más adelante este tipo de experiencia puede hacerles desarrollar un profundo concepto y sentido de la vida, que les permita evolucionar emocionalmente y psíquicamente, con una mayor riqueza.

Las etapas del duelo; negación, rabia, culpa, depresión y aceptación pueden ser las mismas, pero en ocasiones pueden aparecer comportamientos que no comprendamos.
Baja autoestima, Apatía, falta de atención, rechazo, aislamiento, ansiedad, problemas de sueño, timidez, misticismo, ascetismo, temor a la enfermedad, miedo a la muerte de otro ser querido, entre otros, pueden ser algunos de los comportamientos, que pueden aparecer en un niño o adolescente ante la pérdida de un ser querido o de alguno de sus progenitores.
Incluso la euforia o el constante movimiento, puede tener cabida entre estos comportamientos ya que pueden asociar la inmovilidad a una mayor probabilidad de morir.

A continuación, explico algunas de las cosas que tenemos que tener en cuenta, para la adecuada elaboración de un duelo en un niño o adolescente, ante la pérdida de un ser querido o de alguno de los progenitores;
-Ante todo no debemos sobreproteger ni aislar. En al caso de enfermedades crónicas o en donde la persona aun no haya fallecido pero vaya a suceder en breve, es recomendable dejar que se despida de él y explicarle lo que esta pasando.
-En el funeral, sepelio etc…deben estar orientados por alguien de confianza que conteste a sus preguntas y que vaya explicándole lo que va a suceder en cada momento.
-Ofrecer seguridad, cariño y afecto, así como estabilidad evitando en lo posible otros cambios, le dará confianza y seguridad.
-No es recomendable intentar sustituir el vacío con cosas, regalos, objetos etc…
-Tampoco debemos intentar distraerles o impedir su expresión emocional así como el llanto. A veces, se les pide que no lloren ya que nos genera malestar verlos así, pero de esta manera les estamos impidiendo expresar sus emociones y gestionar su dolor.
-Es normal la rabia, el llanto o el culpar a alguien, y ante reacciones violentas o si rompe cosas, no debemos hacer reproches, es una forma de expresar su dolor.
-No se debe evitar hablar de ello, de hecho, la terapia más efectiva y sanadora es llorar juntos o acompañarles en el dolor. Dialogar sobre la muerte, sobre lo que ha ocurrido o ver alguna película relacionada con el tema, siempre sin insistir ni obligar al niño o adolescente a hacerlo, puede ser muy eficaz.

El hablar con ellos además de acompañamiento en estos momentos, nos permitirá detectar hasta que punto puede haber motivos para el suicidio, tras perder a un ser querido. El deseo de reunirse con la persona fallecida, el deseo de autodestruirse para aplacar el sentimiento de culpa, sentir que la vida no tiene sentido y que no hay futuro sin la persona fallecida, pueden ser motivos para que haya ideación suicida.
En la pre-pubertad y pubertad, tenemos el añadido de que se encuentran ante fuertes cambios hormonales, emocionales y físicos, que pueden causar trastornos. Así mismo, la cosa se complica más cuando se juntan en un mismo núcleo familiar dos o más duelos.

En ocasiones, si no se elabora de una manera adecuada el duelo en un niño o adolescente, puede dar lugar a un estancamiento en su madurez y que su edad mental quede por debajo de su edad cronológica. Conductas violentas fruto de la rabia y el dolor no gestionado, falta de regulación emocional, uso o abuso de sustancias psicoactivas y trastornos de ansiedad, son algunas de las cosas que pueden aparecer con el tiempo en estos niños o adolescentes que no han podido gestionar su dolor de una manera sana y adecuada. Una visita a un psicólogo puede ayudarnos a afrontar de una manera adecuada ese momento tan complicado, ya que nos puede orientar y marcar unas pautas, que nos eviten más adelante problemas mayores.