lunes, 5 de agosto de 2013

TIMIDEZ Y DÉFICIT DE HABILIDADES SOCIALES.


Hace tiempo que nuestra forma de relacionarnos ha cambiado. Se ha pasado del juego en la calle, las charlas durante el paseo o el guateque, al whatsapp, los mensajes o las conversaciones en las diferentes redes sociales.
Muchos de los niños de hoy en día, corren para llegar a casa y conectarse. Ya no hay mucho tiempo de relacionarse en el patio del recreo o la calle. Y aunque es verdad, que puede esto aumentar la probabilidad de desarrollar un déficit de habilidades sociales, también tiene su lado positivo, ya que además de ser una buena forma de mantenerse en contacto, personas que ya tienen ese déficit de habilidades sociales o timidez, lo tienen más fácil para soltarse e iniciar o mantener conversaciones. Pero, ¿Qué ocurre cuando tenemos que relacionarnos cara a cara?. El evitar o escapar de estas situaciones y no afrontarlas nos puede costar muy caro.

Iniciar, mantener o finalizar conversaciones, vencer la timidez y los pensamientos negativos que nos invaden en esos momentos, ser asertivos, conseguir que las otras personas nos escuchen o tengan en cuenta nuestra opinión, pedir cambios de comportamiento, manejas los silencios, la empatía, expresar y recibir elogios o críticas, dar las gracias o disculparse, etc…por pequeñas cosas que parezcan, son enormes retos para algunas personas que tienen déficit de habilidades sociales.

En ocasiones, la persona si que tiene las habilidades necesarias, pero no las aplica adecuadamente: no discrimina en qué situación es pertinente una conducta, (Déficit en discriminación) o no está motivado, (Déficit en motivación).

Cuando tenemos déficit de habilidades sociales, nos sentimos incapaces de afrontar muchas situaciones, lo que nos puede limitar a veces en otras áreas de nuestra vida. No saber interaccionar con los demás o no poner en marcha una habilidad social determinada en un momento dado, puede llevar al usuario a tener problemas de comportamiento, dificultades de integración, aislamiento social y baja autoestima. Nos sentimos inseguros y sentimos ansiedad y malestar.

Por ejemplo. Una persona que no sabe “decir no” o poco asertiva, terminará haciendo algo que no le guste, con lo que esto le provocará enfado y frustración, y con la repetición en el tiempo cambios en su carácter.

Hay buenas y malas maneras de hablarle a la gente;
Mantener contacto ocular. (80% del tiempo. aprox.).
Mantener una distancia interpersonal adecuada. (50-125 cm. aprox.).
Tener nuestro cuerpo alineado hacia la persona con la que hablamos con una postura de acercamiento.
No cruzar los brazos, ya que puede indicar una actitud defensiva o de rechazo.
Hablar con un volumen de voz adecuado, ni muy bajo, ni muy alto.
No usar en exceso palabras de relleno “sabes”, “me entiendes”… Hay que decir “me explico” sino parece que le estamos llamando “tonto”.
No irse por las ramas, ni hablar en exceso (máx. 1 min cada uno en una conversación). Expresarse de forma clara, apoyándonos en ciertas ocasiones en gestos o movimientos de las manos. La falta de vocabulario se trabaja mucho con la lectura.
Cuidar la apariencia personal y la higiene.
Todo ello, entre otras cosas, pueden ayudarnos a relacionarnos mejor.

Hacer un entrenamiento en habilidades sociales con un psicólogo, puede ayudarnos a saber relacionarnos mejor, haciendo que nos sintamos más seguros, confiemos más en nosotros mismos y aumente así nuestra autoestima. Además, dispondremos de una mayor red social y mayores oportunidades de aprendizaje.