jueves, 14 de junio de 2012

ALCOHOL.

El consumo de alcohol es una práctica frecuente en nuestra sociedad, pero al ser socialmente bien vista, también es una de las adicciones más complejas a la hora de trabajar desde un punto de vista psicológico.
El fácil acceso a las bebidas alcohólicas, su fuerte presencia en situaciones sociales y celebraciones, así como su poco coste económico, son algunos factores que hacen que muchas personas acaben sin darse cuenta abusando de él, pudiendo llegar a tener problemas de dependencia.
Pero además de la dependencia, otras consecuencias del abuso son el deterioro de la memoria, la dificultad para tomar decisiones, confusión, disfunción sexual, ansiedad y depresión o trastornos mentales, pudiendo aparecer en bebedores crónicos inmunodepresión o síndrome Korsakoff.
Tenemos que tener en cuenta que el metabolismo del alcohol en el cuerpo humano varía mucho dependiendo de diferentes factores como;
-El sexo de la persona.
-Envergadura de la persona. (Masa, líquidos, estructura ósea…)
-Fase del ciclo hormonal en mujeres.
-Previa tolerancia.
-Tipo de graduación y bebida alcohólica. (Sidra y cerveza contienen entre 2-9 grados, Vino y vermouth entre 9-20 grados y bebidas destiladas entre 30-60 grados de etanol)
-Si es ingerido o no con alimentos. (Algunas proteínas suavizan su metabolización en el estómago).
-Si es ingerido o se suma con algún tipo de fármaco. (Peligroso mezclarlo con antidepresivos, anticonvulsivos, ansiolíticos, antihistamínicos, antigripales, fármacos para el colesterol o la diabetes, y analgésicos).
Muchas veces, el abuso de alcohol puede esconder otras patologías, como depresión, ansiedad, falta de control de impulsos, trastornos de la personalidad, u otras adicciones como al juego o a otras sustancias. Por tanto, será imprescindible en el tratamiento psicológico, evaluar si en la persona existe alguna causa subyacente o alteración de la personalidad que le lleve a abusar del alcohol.