domingo, 19 de febrero de 2012

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD POR EVITACIÓN

En el trastorno de la personalidad por evitación (TPE) o como se les suele denominar a veces, en los “tipos sensibles”, nos encontramos con personas que prefieren lo conocido a lo desconocido. Son personas que tienen pocos amigos y que manifiestan una preocupación excesiva por lo que piensen los demás sobre ello. Tienen altibajos emocionales y necesitan la aprobación de los otros para sentirse bien consigo mismo. Además de la búsqueda de aprobación por parte de los demás, tienen baja autoestima al devaluar sus logros y enfatizar sus fracasos.
Los sujetos con este tipo de trastorno se caracterizan por síntomas relativos a la esfera interpersonal, como la evitación de actividades que impliquen un contacto interpersonal significativo, debido al miedo a las críticas, la desaprobación o el rechazo. A pesar de tener un comportamiento social educado y comedido, tienen sentimientos de inadecuación social y personal y un gran temor a hacer el ridículo, se humillados o a las situaciones embarazosas. Algunos sujetos pueden desarrollar estrategias de afrontamiento denominadas “contrafóbicas”, llevando a cabo comportamientos que son lo que precisamente temen, para escapar de sus miedos y malestar. No se relacionan con personas a menos que estén seguros que les van a aceptar y tienden a tener gran imaginación y capacidad para la fantasía.
A diferencia de los sujetos con personalidad esquizoide, tienen deseos de relacionarse, deseo que en los primeros no existe, pero se preocupan en exceso por ser criticados o rechazados en situaciones sociales, por ello, aparece un aislamiento social activo, así como un comportamiento frio y distante con aquellos que no conoce. Son introvertidos, tímidos y desconfiados y en lo que se refiere a aspectos emocionales tienen sentimientos de soledad, tristeza y vacio, además de baja tolerancia al dolor físico y psicológico.
La familiaridad les proporciona bienestar, satisfacción e inspiración a los sujetos con TPE, haciendo que desarrollen sus facultades en un ambiente emocionalmente seguro, con pocos amigos y familiares.
La intervención en el TPE puede ser muy similar a la que tiene lugar con la fobia social generalizada. Por ejemplo, el entrenamiento en relajación y en habilidades sociales así como las terapias cognitivas o las técnicas de exposición son imprescindibles para el beneficio del tratamiento.