jueves, 13 de octubre de 2011

AMOR Y APEGO.

Durante mucho tiempo se ha intentado encontrar una definición convincente del concepto de amor, así como explicar qué mecanismos psicológicos subyacen a este estado.
Algunos investigadores encuentran similitudes con la forma de hablar o la conducta de los niños; de hecho, muchos enamorados hablan y actúan como niños. A su vez, otros han investigado si hay una expresión facial característica del amor, pero de momento no se ha hallado ninguna.
Hay quien ha hablado de una enajenación mental o incluso se ha hablado de un deseo sexual subyacente, que como fin tendría la transmisión de nuestros genes (sin ser conscientes de esta pulsión reproductora). Incluso se defiende, que en ocasiones se buscan características y/o patrones de conducta que sean similares a los de nuestros progenitores.
Pero, ¿Qué es exactamente el amor?.
El amor podríamos decir que no es una emoción, sino más bien una mezcla de pensamientos particulares que se transforman en emociones y nos empujan a querer estar cerca del ser querido. Algunos de estos pensamientos, que tienden a sobrevalorar al otro y hacen que nos enamoremos, vienen determinados por la experiencia vivida con relaciones previas, mientras que otros se han ido gestando desde la infancia.
Expertos, defienden que el amor, en el sentido más amplio, que podemos experimentar en nuestra vida de adultos, contienen una gran parte del apego que desarrollamos de pequeños por nuestras madres (sin olvidar al padre).
De esta forma, si se ha desarrollado un apego seguro, nos sentiremos a gusto con la intimidad, pero también mantendremos una cierta independencia con la persona de la que estemos enamorados. En el dominio interpersonal, las personas que han desarrollado un apego seguro en su infancia, tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos
Si se ha desarrollado un apego esquivo o inseguro, apreciaremos mucho  la independencia, sintiéndonos incómodos con demasiada intimidad o proximidad.  
Las personas con este tipo de apego, emiten una conducta que tiende a aumentar la distancia de personas y objetos supuestamente amenazadores. Muestran tener una menor accesibilidad a los recuerdos positivos y mayor accesibilidad a esquemas negativos, lo que las lleva, en el caso de las personas evasivas, a mantenerse recelosos a la cercanía con los otros y a las personas
Por último, si se ha desarrollado un apego inseguro - ambivalente, tendremos la necesidad de fundirnos con alguien, deseo por cierto, que suele hacer huir a los demás. Aquí se desea la mayor intimidad posible y los signos de independencia del otro se viven de manera inquietante. Los sujetos ambivalentes responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia.
Estas personas están definidas por un fuerte deseo de intimidad, junto con una inseguridad respecto a los otros, pues desean tener la interacción e intimidad y tienen intenso temor de que ésta se pierda. De igual forma, desean acceder a nueva información, pero sus intensos conflictos las lleva a alejarse de ella
Entonces, ¿Pueden existir diferentes tipos de amor?.
Según la teoría triangular del amor, existen diferentes tipos de amor según el grado de intimidad, pasión o compromiso.
El cariño, conllevaría intimidad, pero no pasión ni compromiso.
El encaprichamiento, solo conllevaría pasión.
El amor vacio, solo compromiso.
El amor romántico, intimidad y pasión, pero no compromiso.
El amor sociable, intimidad y compromiso, pero no pasión.
El amor fatuo, pasión y compromiso,  pero no intimidad.
Solo el amor consumado, conllevaría tanto intimidad como pasión y compromiso.

Pero, ¿Puede ser el amor una enfermedad?.

Se ha observado que una baja autoestima, nos lleva a adornar al otro con cualidades superiores de las que nos sentimos desprovistos encontrándolo así más deseable.
A su vez, la dependencia  e inseguridad que nos genera el sentirnos mal equipados para afrontar el mundo en soledad, puede hacer que nos sintamos más atraídos por una persona que nos genere sentimientos de protección y seguridad.
Además con la ansiedad, sea transitoria o de carácter, se está más predispuesto al amor pasional, sirviéndonos éste de válvula de escape para tanta activación.

El problema reside en que muchas veces todos estos factores desembocan en complicaciones más o menos graves que pueden interferir de forma negativa en nuestro día a día. Por ejemplo, desinterés por las obligaciones sociales o familiares, influjo de emociones negativas como el miedo o los celos, cuando el otro no responde como esperamos, abandono de la red social, mal rendimiento en el trabajo, etc…

El amor, como todo en la vida, es muy beneficioso, nos sentimos comprendidos, aceptados, nos proporciona seguridad, nos ayuda a sobrepasar los propios límites, nos sentimos más capaces e incluso es beneficioso para el sistema inmune entre otras cosas… Pero siempre disfrutándolo de una manera racional y adecuada.

Si, efectivamente, debemos aprender a racionalizar el amor, para que no nos domine y nos enseñe sus peores caras como puedan ser los celos o la obsesión.