Una infidelidad en una pareja es un síntoma de que algo o alguien no marcha bien.
Pero las infidelidades solo destruyen las malas relaciones, demasiado débiles o desgastadas.
A las basadas en el amor, las refuerzan y producen madurez psicológica, siempre y cuando se afronten de una forma adecuada. Hablando, claro está, de infidelidades puntuales y no de una relación basada en el engaño constante.
Cuando una persona es engañada por su pareja, sufre tres heridas;
1. Dolor por el abandono (celos, inseguridad..)
2. Humillación (narcisismo y autoestima heridos)
3. Rabia
La progresiva cicatrización de estas heridas, exige vivenciar el siguiente proceso;
1. Expresar las emociones ocasionadas, (con amigos, familiares…).
2. Afrontar con coraje que es lo qué ha pasado e investigar ambos miembros de la pareja cuál fue el significado, (una huida, un narcótico, un castigo o venganza, una muestra de soledad, un síntoma de aburrimiento o tristeza…).
3. Resolver a fondo todos los problemas descubiertos, (narcisismo, depresión, ansiedad, dependencia, falta de autoestima…).
De esta forma, si ambos miembros de la pareja se aman y son lo suficientemente maduros psicológicamente, podrán recorrer juntos todas estas etapas, con o sin ayuda profesional, y fortalecer todavía más esa relación.
Las heridas del engañado cicatrizaran, la confianza volverá y el sentimiento de culpa y posteriormente de vergüenza del infiel desaparecerá. Pudiendo llegar a ser la relación incluso más solida que antes de la infidelidad.
Pero, si por el contrario, estos procesos no son llevados a cabo de una forma adecuada y se pone distancia entre ambos miembros, para que el conflicto se resuelva solo y los sentimientos desaparezcan con el tiempo, es decir, si en lugar de afrontar lo que ha sucedido, escapamos o evitamos hablar de ello, entonces el conflicto mutuo seguirá abierto durante mucho tiempo y podrá llevar incluso a la ruptura definitiva.